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sábado, 5 de septiembre de 2009

Luca Prodan, tres comentarios


Tres viñetas escritas por reconocidos psicólogos sobre Luca Prodan.


¿Qué misteriosa presencia parece habitar al tóxico capaz de suscitar encantamientos y hechizos?
¿Es el llamado de la muerte que con su belleza inconmesurable, detiene la respiración invitando al sueño eterno?

Andrés Barbarosch, No se conocía coca ni morfina.



Los tres artículos se pueden hallar en:


El primero corresponde a Andrés Barbarosch y se titula: Luca Prodan y su caída en el espacio de la paradoja. Acerca de los significados de la vida y la leyenda del creador de Sumo. (También Barbarosch se refiere a Luca Prodan en el libro No se conocía coca ni morfina).

El segundo es un fragmento titulado El misticismo y el éxtasis . correspondiente al trabajo Luca místico, escrito por Ricardo Natch.

Por último, el trabajo de Deborah Fleischer, En la casa "noble", fragmento de Heroína, publicado en No se conocía coca ni morfina.

A continuación se reproduce fragmento del trabajo de Barbarosch publicado en Página 12:

Luca Prodan y su caída del espacio de la paradoja

El enigma de la vida, la muerte y la creación se presenta con particular intensidad en el caso de Luca Prodan; también en el de la figura del artista convertido en leyenda; también en el de las llamadas toxicomanías.

Por Andrés Barbarosch *

El consumo de opio y sus derivados ha constituido uno de los modos más característicos de la drogadicción a través de los tiempos. Una vasta producción de obras literarias, en los géneros más diversos, desde los diarios de viajes y novelas hasta los ensayos filosóficos y morales, tomó como motivo sus efectos. Thomas De Quincey, con Confesiones de un inglés comedor de opio (1821), inaugura un género: el testimonio personal sobre la experiencia con las drogas, que se continúa en escritores como Charles Baudelaire, Jean Cocteau y William Burroughs. En La condición humana, André Malraux iluminó la meditación filosófica de un anciano profesor a través del opio; en El americano impasible, Graham Greene retrató el consumo de esa sustancia.
Históricamente, el opio ha sido moneda de cambio; en el siglo XIX, condujo a una guerra que fue bautizada con su nombre; según Karl Marx, la religión, para los pueblos, le fue equiparable. ¿Qué misteriosa presencia parece habitar al tóxico capaz de suscitar encantamientos y hechizos? ¿Es el llamado de la muerte, con su belleza inconmensurable? Y, entre los opiáceos, los efectos de la heroína se cuentan hoy entre los más devastadores, en una época que Giorgio Agamben caracterizó como la del surgimiento de la toxicomanía de masas.
En 1981, Luca Prodan partió del aeropuerto londinense con el fin de escapar de una muerte que le pisaba los talones. Italiano, pertenecía a una familia adinerada y culta, y de niño había sido destinado a un colegio pupilo en Escocia, con el fin de recibir allí la educación de las elites. Pero la experiencia del aprendizaje fue la de la exclusión y el malestar. Los italianos habían perdido la guerra y, en ese ambiente anglosajón, eran los cobardes. También hizo amigos, uno de ellos argentino: Timmy McKern.




* Miembro del Centro Descartes. Fragmento del trabajo “Una imagen de Luca Prodan”.

Letra

Algunos pensamientos de Luca Prodan
Extraídos del libro de Marcos Miller, El grito del final. La vida trágica y la música vital de Luca Prodan

"Yo viví siete años en Londres y tuve que dejar todo y venirme porque la heroína me estaba matando. La heroína es la mamá eterna, es como el útero que te protege. Con ella no se jode, por algo es la seguna droga en importancia -la primera es el poder-. Cuando llegué acá, vino otro choque, estuve solo y me costó porque necesitaba dar y tener amor. El argentino es un tipo raro. Entonces empecé a tomar, algo que antes no hacía. Actualmente tomo un poco de ginebra, como para poner algodones a mi alrededor", pág. 21.

"La heroína es el paraíso, pero el paraíso en vida es la muerte; no se puede vivir en el paraíso sin morir", pág. 22

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