INTRODUCCIÓN
La complejidad del tema drogas ha sido señalada por la mayoría de autores que se dedican al mismo[i][ii][iii].
Es clásico -en exposiciones sobre drogas- utilizar un triángulo y ubicar en cada uno de sus lados (o ángulos) como factores a considerar la sustancia consumida, la persona que consume y el ambiente en que se realiza el consumo.
Cada uno de estos factores posee a su vez atributos que pueden considerarse por separado y determinan en mayor o menor medida la caracterización resultante.
A partir de cada uno de ellos se desarrolla una especie de pirámide invertida que va creciendo desde su base en progresión geométrica, lo que impide -muchas- veces un tránsito fluido entre la visión del conjunto y el análisis de los elementos que hacen a este conjunto.
Del mismo modo que en medicina hablamos de lo bio-psico-social percibiendo que las diferentes entidades clínicas no contienen estos elementos en una combinación prefijada ni similar de una a otra, la clínica de las adicciones (y situaciones vinculadas) nos obliga a diagnósticos infinitamente variados en relación con el peso específico de los factores vinculados a la sustancia, las características del sujeto que consume y su familia o ámbito de pertenencia.
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